Este convento, junto al vecino Palacio del Infante Don Luis fueron declarados Conjunto Histórico y, hoy en día, son dos grandes atractivos turísticos.

Fundado en 1670 bajo la advocación de la Encarnación del Hijo de Dios, fue en sus inicios, el propósito de la hermandad las Carmelitas Descalzas de instalar en Boadilla del Monte una comunidad.  Fue promovido por por María de Vera, viuda del señor de Boadilla del Monte, Juan González de Uzqueta, quien está enterrado entre las paredes de este convento.

Construido con ladrillo y una gran sencillez en sus líneas, su fachada es la clara muestra del estilo típico barroco madrileño. Escudos y hornacinas recuerda la representación de la Encarnación, convento advocado a la misma, y a los fundadores de Boadilla del Monte, los cuales tenían sitios reservados en el convento para seguir las celebraciones religiosas.

Durante la Guerra Civil, el Convento de la Encarnación fue víctima de los bombardeos y ataques, por lo que las monjas fueron evacuadas a otros conventos cercanos al municipio. Una vez terminada la Guerra Civil, el Convento fue restaurado por el título de Regiones Devastadas, las monjas regresaron.

Pero, en 1974, el deterioro del Convento era notable por lo que decidieron construir un nuevo convento en la misma finca, quedando abandonando durante varios años.

Hasta que el Ministerio de Cultura lo declaró Monumento Nacional salvándolo así de la ruina y llevando a cabo reformas y rehabilitaciones para evitar el derrumbe del edificio de cubiertas y bóvedas. En 1998, quedó finalizada su rehabilitación y restauración hasta que todas sus dependencias fueron clausuradas en 2001.

Año en el que comenzó la restauración para convertirlo en un hotel, ejemplo del gran trabajo de restauración y tratamiento para conservar la esencia del Convento Barroco.